El
British Museum (o Museo Británico si así lo prefieres) es una institución sumamente consagrada, contando con una colección arqueológica que abarca prácticamente todos los continentes y épocas históricas. Una de sus colecciones más importantes y populares es la dedicada al
Antiguo Egipto, ya que contiene algunas de las piezas más estudiadas y relevantes de la egiptología, tales como la Piedra Rosetta.
Dada la gran cantidad de piezas expuestas, es frecuente encontrarse algo perdido. Realmente, todas ellas merecen cinco minutos de nuestro tiempo para pararnos y disfrutar, pero, ¿cuales son las más relevantes? Pese a ser una tarea complicada y a depender muchas veces del interés y gusto de cada uno, me he propuesto elaborar una guía de los que son, en mi opinión, los tesoros egipcios más imperdibles de la colección británica.
1. La Piedra Rosetta (Época Ptolemaica)
Se trata de una estela trilingüe (griego, demótico y jeroglífico) de diorita que muestra el decreto de Ptolomeo V y que fue la fuente necesaria para que Jean-François Champollion tradujese los jeroglíficos.
Le he dado muchas vueltas a si debía poner esto porque ¿quién no conoce la Piedra Rosetta? Se ha convertido en un icono, en la "Mona Lisa" del British Museum. Incluso ha acuñado una frase hecha ("es la Piedra Rosetta de..."). Además, al encontrártela nada más entrar por la puerta de la primera sala de arte egipcio, es ineludible. Cuenta con varios carteles que explican lo que es, su historia y su importancia para la historia de la egiptología. Incluso, te puedes encontrar una copia en otra sala para que puedas tocarla directamente (vease La sala "Enlightenment")
Por todo ello, es prácticamente imposible no ver esta pieza y tampoco deberías evitarlo, porque es una de las piezas arqueológicas más importantes de la historia. No solo no deberías perdértela si visitas el museo, sino si visitas Londres.
2. Busto de Ramses II (XIX dinastía, Reino Nuevo)
Antiguamente conocido como "Memnon el joven", este colosal busto (antes perteneciente a una estatua completa) se encontraba tumbado en los restos del
Rammeseum de Tebas. Data del reinado de
Ramses II, el grande, la época de mayor esplendor de Antiguo Egipto. Está realizado virtuosamente en un solo bloque de
granito bicolor, aprovechando esta característica para diferenciar y enfatizar el rostro del faraón. Sin embargo, puede que tal diferenciación haya sido tanto un simple arrebato de creatividad por parte de los artistas como una casualidad, ya que se cree que se encontraba policromada originalmente, como muchas otras de su tipología.
Pesando
7,25 toneladas, se tenía como inmóvil durante el siglo XIX. Sin embargo, tras el fracaso en la contienda por parte de los franceses del ejercito de Napoleón, que le dejaron ese característico hueco en su pecho,
Giovanni Battista Belzoni, fue capaz de transportarlo hasta el Museo Británico en
1818, donde hoy se encuentra. La llegada de este busto inicia, en gran medida, la carrera de Belzoni como explorador, la creación de la colección egipcia del museo y es un símbolo del poderío británico sobre el francés (al menos en el siglo XIX).
Otra curiosidad es que, su llegada a Inglaterra, inspiró a Percy Bysshe Shelley para escribir su famoso poema, Ozymandias.
3. Esculturas de Senusert III (XII dinastía, Reino Medio)
Ojos saltones, pómulos afilados, orejas de soplillo y una mirada penetrante. Las representaciones de este faraón se salen de lo común, mostrando un
realismo poco habitual. Pese a que su cuerpo se muestra joven y atlético, su rostro se hizo representar en sus
distintas edades a lo largo de su reinado, sobretodo en las que se veía más anciano. En estas estatuas, sus ojos están cansados, con bolsas que se dibujan bajo ellos. Su boca es todo lo contrario a la sonrisa de Ramses II, es triste, mostrando una mueca de amargura. Incluso se dan a entender una serie de incipientes arrugas.
Las razones para este estilo pueden radicar en la misma figura de Senusert. Fue un
rey guerrero que emprendió una serie de campañas militares contra el pueblo nubio durante su mandato. Se ha llegado a pensar que la humanidad que desprende su rostro es el reflejo de su preocupación y su responsabilidad por su pueblo. Otros piensan que era un modo de representar a un tirano que tiene todo bajo su control, pudiendo oír y ver todo. Sea como sea, su mirada sigue siendo impactante hoy en día.
4. Piedra de Sabako (Reino Antiguo)
Tristemente reutilizada como piedra de molino, lo que implicó un gran deterioro, esta gran piedra es la principal fuente de referencia a la hora de hablar de la
teología menfita. Básicamente establece a
Ptah como demiurgo, creador del mundo y sus seres a través de la
palabra (pincha
aquí para más información acerca de las teologías).
Originalmente, se erigió en el Templo de Ptah, en Ménfis, aunque se halló en Alejandría. Pese a que no hay un consenso sobre su datación exacta, la mayoría de los egiptólogos la sitúan en el Reino Antiguo por el estilo de escritura. Bajo este contexto puede que podamos concluir que su objetivo era el de enfatizar a Menfis como la nueva capital egipcia de los dos reinos unificados (Alto y Bajo Egipto) y/o presentar la antología colocando a Ptah, el dios local, como demiurgo.
5. Falsa puerta y arquitrabe de Pathshepses (IV-V Dinastía, Reino Antiguo)
Ejemplo especialmente grande de las habituales falsas puertas del Reino Antiguo. Se trataban de un recurso simbólico funerario que funcionaba como punto de transición entre el mundo de los vivos y el Más Allá. Imita una puerta de palacio frente a la que se realizarían rituales y ofrendas al difunto.
Pathshepses fue sumo sacerdote de Ptah, lo que se traduce como una altísima posición social y económica que le permitió un una tumba y un enterramiento de primera clase.
Este ejemplo particularmente bien labrado en relieve hundido está elaborada en piedra caliza, pero conserva restos de policromía en un tono rosa moteado que imitan las características del granito. Por otro lado, los jeroglíficos se pintaron de verde (color que hace referencia del renacimiento). Ningún otro color se ha conservado y el arquitrabe carece totalmente de policromía.
Contiene las habituales formulas de invocación para Osiris y Anubis. Así mismo, se menciona su nacimiento en época de Micerinos, su matrimonio con una princesa de Shepseskaf y su carrera bajo otros cuatro reyes, falleciendo bajo el reinado de Nyuserre, en la V dinastía. Así, se nos da a entender que vivió aproximadamente entre el 2490 a.C. y el 2400 a.C., lo que es una vida extremadamente larga para el momento.
7. Lista real (XIX dinastía, Reino Nuevo)
Fragmentos de piedra caliza bellamente policromada procedentes del
templo conmemorativo de Ramses II en Abidos. Este templo, junto con el de Seti I, son dos monumentos de carácter conmemorativo y de adoración a Osiris.
El templo de Seti aún conserva una lista real muy similar y, conjuntamente, han podido esclarecer ciertos temas de importancia. No es solo el hecho de que
algunos nombres de reyes permanecerían en el olvido por no estar registrados en otro lugar, sino que también se nos establece que reyes se consideraban
legítimos en la Época Ramésida, omitiendo los reyes de los Periodos Intermedios y del Periodo Amárnico. Esto consagra estos fragmentos como una fuente primaria de una enorme importancia.
Tras pasar por manos de los franceses, quienes los hallaron en una excavación, los fragmentos fueron adquiridos por el gobierno británico en
1837.
8. Sarcófago de Nectanebo II (XXX dinastía, Periodo Tardío)
Entre la gran variedad de piezas del salón 4 (dedicado a la escultura egipcia) destaca la masiva presencia de un enorme
sarcófago de diorita sin tapa, que cuenta con un programa decorativo que representa el
Amduat. Se aprecian doce agujeros en la parte inferior, que son los restos de haberse usado como recipiente de agua.
Nectanebo II es conocido por ser el
último faraón nativo de Egipto, antes de la ocupación persa. Se ignora si el faraón murió en el país, pudiendo haber huido a Etiopía y dejando este sarcófago finalizado antes de partir.
Algunos incluso han argumentado que se trata realmente del sarcófago de
Alejandro Magno, pero no hay consenso acerca de este asunto.
El sarcófago fue capturado en la
Mezquita Attarin (Alejandría) por el ejército napoleónico durante su expedición, pero pasó a manos británicas gracias al
Tratado de Alejandría, terminando en el British Museum en
1802.
9. El gato de Gayer-Anderson (Periodo Tardío)
Donado por
Robert Grenville Gayer-Anderson, a quien debe su nombre, este es uno de los mejores ejemplos de estatuaria egipcia de gatos. Concretamente, representa a la diosa gato
Bastet.
Se realizó en
bronce a partir de un molde, aunque los detalles se realizan mediante
incisión. Por otro lado, el pectoral es una
incrustación de plata que muestra un disco solar sujetado por un escarabajo
jepri (que representa al dios Sol) realizado mediante incisiones y un
ojo Udjat (como amuleto protector).
Es destacable por tener
pendientes de oro en forma de aro tanto en las orejas como en el hocico. Estos se piensa que fueron añadidos con posterioridad.
10. Hombre de Gebelein (Ginger) (Periodo Predinástico)
Apodada
Ginger (jenjibre) por el color rojizo de su cabello (aún conservado), esta momia es uno de los mejores ejemplos de
momia natural y de los niveles de conservación que podían obtenerse mediante este proceso, que consistía en depositar el cuerpo bajo las arenas del desierto para que el ambiente seco y caliente secara y conservase el cuerpo. Debido a la sencillez del proceso, fue el método escogido por el pueblo llano, que no se podían permitir una momificación artificial. Sin embargo, irónicamente, muchas se conservaron mejor que las artificiales.
Fue enterrado en una fosa
cerca de Gebelein (40 km al sur de Luxor), al rededor del
3400 a.C. durante el Periodo Predinástico. El cuerpo se expone imitando este tipo de enterramientos, en posición fetal, tumbados en su lado izquierdo y rodeados de objetos cotidianos.
Recientemente, amplió su curriculum tras haberse demostrado que cuenta con el
tatuaje figurativo más antiguo de la Historia. Un examen de infrarrojos demostró la presencia de un toro y una cabra realizados a base de carbono en su brazo derecho.
11. Paleta de los cazadores (Naqada III, Periodo Predinástico)
Datando de finales de la época predinástica, se trata de una de las primeras
paletas de maquillaje decorativas de la historia de Egipto.
Se representa un motivo que permanecerá durante toda la historia del Egipto faraónico: la
destrucción del caos. Los
cazadores, bien equipados y en un orden impecable se enfrentan a hordas de
animales salvajes que se muestran en un hilarante desorden. Es un modo de representar simbólicamente la victoria del orden (o maat) frente al caos. Este motivo tendría varias vertientes como la del faraón destruyendo a sus enemigos o la caza en las marismas.
Así mismo, podemos apreciar que los
cánones representativos de las figuras humanas, que tendrán perpetuidad durante casi toda la historia de Egipto, ya están ahí, en un estado temprano pero formado.
12. El libro de los muertos de Ani (XIX dinastía, Reino Nuevo)
Descubierto por
Wallis Budge en
1888 este fue el ejemplo más completo y mejor conservado de un
Libro de la Salida del Día tebano (o Libro de los Muertos). Además, hoy en día, es aún uno de los más referenciados y estudiados.
Perteneció a
Ani, un
escriba de la
XIX dinastía encargado de la contabilidad de ofrendas al templo. Por lo tanto se trataba de un funcionario de un
rango bastante alto (aún así, se calcula que le cosataría el sueldo aproximado a medio año). Gracias a esta posición, se pudo permitir encargar un libro bellamente ilustrado y personalizado para ayudar a su paso al más allá.
Tras mucho esfuerzo, Budge sacó el manuscrito de Egipto y lo llevó al British Museum, donde, por desgracia para algunos,
lo cortó en pedazos para poder estudiarlo mejor. Hoy en día, la mayoría de los fragmentos se encuentran en almacén, pero algunos de los más relevantes, tales como el
cortejo fúnebre y la
entrada en el Inframundo, se encuentran en exposición.
13. Pinturas funerarias de la tumba de Nebamun (XVIII dinastía, Reino Nuevo)
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Pocas pinturas murales egipcias son tan bellas y permiten tanto estudio como las de la tumba de Nebamun.
El
programa iconográfico tratado es una costante en las
tumbas nobiliarias de la XVIII dinastía: retratos de banquetes, escenas "cotidianas" (ocurridas en el Más Allá) y de ofrendas o veneración al difunto. Sin embargo, no es solo el
minucioso detallismo de sus figuras el que les ha hecho ganarse un puesto en un gran número de libros de divulgación e investigación, sino que, bajo su aparente sencillez,
sintetiza los cánones estilísticos, representativos y simbólicos.
Estas pinturas aglutinan distintas perspectivas, simbología y motivos de una forma precisa que permite diferentes
niveles de estudios. La reproducción, el renacimiento, la alimentación, la inmortalidad del difunto y la neutralización del caos son algunos de los temas que se tratan de una forma tanto velada, a través de simbología y juegos de palabras, como directa. Además, junto con otras pinturas de su mismo tipo, han servido para estudiar ciertos aspectos de la
vida cotidiana egipcia, tales como la alimentación o los banquetes funerarios.
14. La sala "Enlightenment"
jueves, 14 de marzo de 2019