Champollion quedó escandalizado por ciertos descubrimientos cuando estaba estudiando a los antiguos egipcios. Habiéndolos tomado por una civilización pulcra y viéndolos desde la moral cristiana, este egiptólogo es normal que haya entendido estas acciones como algo reprochable. La sexualidad y lo erótico en el cristianismo -y en la cultura occidental contemporánea resultante del mismo- se ha visto siempre como algo negativo y pecaminoso. De hacerse referencia al mismo, este se lleva a cabo del modo más solemne posible y con fines prácticos.
Esto ha llegado hasta nuestros días, llegando a distorsionar ciertos datos correspondientes a las antiguas civilizaciones que no tenían estos tabúes tan arraigados como se pudiera pensar en un primer momento. En no pocas ocasiones uno puede apreciar la omisión de estos asuntos; por ejemplo, en los libros de divulgación sobre la antigua roma, rara vez encontraremos cosas como esta:
Y realmente no hay razón para la censura, más cuando los romanos no entendían el
culto al falo como algo siquiera erótico.
En raras ocasiones encontramos representaciones sexuales explicitas en el Antiguo Egipto, por lo que se trata de un tema limitado en cuanto a información, centrándose, sobre todo, en el estudio del
papiro erótico de Turín, un papiro de temática erótico-satítica.
Detalle del Papiro erótico de Turín
La veracidad de esta pieza como algo puramente erótico es poco probable y parece evidente que se realizó a modo de mofa, por el modo de representación tan extravagante de los hombres en comparación con las mujeres más elegantes. Podría interpretarse como un reproche hacia las actitudes de algunos ancianos. Es bastante probable que las escenas sexuales explicitas se utilizasen para ridiculizar a una persona, varias o un sector concreto de la población, como podría demostrar los diferentes
grafitis encontrados.
El sexo suele tener una connotación mágica, como podemos ver en la representación de algunas
deidades erectas.
Relieve de Amon-min
Otras diosas como Hathor, a menudo se relaciona con los aspectos de la sexualidad, la obtención de amor, las relaciones sexuales, la descendencia y la maternidad. Aunque no es la única a la cual le concierne este carácter, esta deidad se vincula fuertemente con la necrópolis de Tebas Oeste, donde se enterraba la nobleza del Reino Nuevo.
Hator con forma de vaca surgiendo
de la montaña tebana occidental.
En tales tumbas encontramos también una inherente sensualidad en los objetos de aseo y belleza del ajuar, siempre con una idea de disfrute y fertilidad.
Representación de banquetes.
En los simposium griegos y los banquetes romanos apreciamos ocasiones de momentos distendidos en los que hablar de política y sobre las actuaciones que se llevarían a cabo en el trabajo. En Egipto teníamos unos banquetes que; sin embargo, tenían la diferencia de tener la presencia de mujeres.
Los banquetes requerían alguien que preparase los manjares, pero también alguien que pudiese asear, perfumar y maquillar a los participantes, lo cual, a su vez, significaba la presencia de productos solo accesibles para las clases altas. En general, eran unos acontecimientos en los que el vino corría, la comida abundaba y la música y las danzas animaban el ambiente.
Las danzas y canciones tenían algo de erótico. Algunos han pensado en la posibilidad de que en el transcurso de las reuniones se narrasen distintas historias, desde poemas de amor (de los cuales se conservan algunos ejemplos, a menudo con un trasfondo sexual) hasta experiencias e historias que los asistentes compartían.
Estos banquetes tenían una variante, los banquetes funerarios, destinados a acercar la esfera de lo mortal con la del más allá. Mediante la realización de esta práctica en los patios de las tumbas -probablemente-, se veneraba y se ayudaba al difunto para que tuviera éxito al llevar a cabo sus funciones corporales y su viaje al más allá.
Erotización
Solo hace falta un pequeño vistazo y tener un poco de intuición para darse cuenta de que entre la XVIII y XIX dinastía se da un incremento bastante considerable en el erotismo de las figuras y motivos de las tumbas de la élite de Tebas Oeste.
Tumba de Paheri (ha. 1500 a.C.) Tumba de Najt (ha. 1400 a.C.)
Hay un cambio desde el tratamiento de los cuerpos hasta los gestos, pasando por los atributos y accesorios. Algunos académicos han comentado que se trata de un indicio de naturalismo, en lugar de una codificación semiótica sexual. Sin embargo, en mi opinión, existen más detalles para pensar en una razón semiótica que naturalista.
Empezamos a apreciar figuras más densas semióticamente, desde el tratamiento de la volumetría de los cuerpos, más acentuado, hasta la inclusión de elementos hathóricos en las figuras o cerca de ellas, como es el caso del sistro o del collar Menat, elementos relacionados con la diosa y con el aspecto generador de vida.
No es de extrañar encontrar a sirvientas desnudas o semidesnudas para enfatizar estos conceptos. Lo mismo pasaba con las invitadas al banquete la diferencia es que, al ser de una clase superior a la de las sirvientas, deben distinguirse mediante unos elaborados ropajes que, además, remarcan la capacidad generadora de las mujeres. Para conseguir ambas cosas, se optó por la representación de tejidos traslúcidos, dando a entender sus encantos sin desprestigiar la calidad de la pieza. El tratamiento de tales vestidos pasa a ser más vaporoso, flexible y ondulante, pintados mediante distintas capas para aprovechar la luz y subrayar su traslucidez. Además, también suelen aparecer manchadas por un tono rojizo que se podría entender como la grasa de los conos de cera perfumada. Los genitales a menudo aparecen ocultos, pero sugeridos.
Tumba de Rejmire (XVIII dinastía)
También las pelucas encuentran un tratamiento más detallado, con rizos distinguibles unos de otros, dando una sensación de mayor naturalidad. Estos accesorios son muy habituales en la poesía amorosa, siempre con una connotación sexual:
"Cuando tu hermano vino a buscar las simientes me encontró sola y me dijo: “vamos a pasar una hora en la cama, arréglate la peluca”.
-Papiro d'orbiney
Esta actitud debía deberse a que se veía como un accesorio higiénico. No olvidemos que afeitarse el cuerpo, tal y como hacían los sacerdotes podía evitar enfermedades.
Dibujo de E. Prisse d’Avennes de una tumba de la necrópolis Teban, XVIII dinastía
Con ello vemos que la habitual vinculación de las imágenes con jeroglíficos ha perdido relevancia, dándole una mayor importancia al color y a las figuras en sí.
En la tumba en general, encontramos una serie de elementos vinculados a los 5 sentidos, mediante la incorporación desde alimentos hasta flores aromáticas. Este aspecto encuentra su culmen en los banquetes, donde la temática del “festival de los sentidos” incrementaba las connotaciones sexuales.
¿Qué sentido tiene lo erótico en el contexto de las tumbas?
Los textos funerarios hacen énfasis en el hecho que las necesidades físicas del cuerpo pervivirían tras su muerte. De hecho, algunos rituales como el "ritual de la apertura de la boca" estarían destinados plenamente a devolver las funciones básicas al individuo fallecido.
Del mismo modo, las necesidades sexuales también se mantendrían y, dada la idea de renacimiento en el más allá como fin último de toda práctica funeraria, es probable que incentivar las capacidades sexuales del difunto fuese un punto clave en todo el proceso.
El difunto era resguardado en una tumba, un lugar que le serviría para renacer como ente eterno. Esta tumba se encontraba excavada en las laderas de la montaña de Tebas Oeste, una montaña que se asociaba con la forma bobina de la diosa Hathor, la cual se asocia también con la sexualidad, el erotismo y la fertilidad. De este modo, habría una idea intrínseca del engendramiento del difunto en su nuevo estado dentro del vientre de la diosa.
Las pinturas y relieves de las tumbas funcionaban de un modo práctico, dado que tenían un sentido ritual. Al representar ciertas cosas como la comida, intrínsecamente está sirviendo como alimento para el difunto y, si se introduce un factor erótico y sensual, se está realizando un despertar de la sexualidad del dueño de la tumba. Y con esto último, estaremos introduciendo la idea de fertilidad, engendramiento y, por tanto, nacimiento (o renacimiento).
Por ello no es de extrañar que cuando cobraran consciencia de este factor, las jóvenes sirvientas fuesen perdiendo la ropa o ataviándose de un modo más sugerente o que el ambiente terminase por llenarse de elementos alusivos a la sexualidad. Al fin y al cabo, el factor sexual debía introducirse en la ecuación para conseguir el engendramiento nuevo ser que es el difunto bienaventurado.
Bibliografía:
Kroeter, Chloe (2009) The Sensual Banquet Scene: Sex and Scenes in Eighteenth Dynasty Teban Tomb Paintings. St Andrews Journal of Art History ad Museum Studies (Vol. 13). p. 47-57
Parra Ortiz, J. M. (2011) La historia empieza en Egipto: Eso ya existía en tiempos de los faraones. Barcelona: Crítica. p.326
Perez Lagarcha, A. (2004) La vida cotidiana en el Antiguo Egipto. Madrid: Alianza Editorial. p.p.117-119, 134-136, 141, 189